EPÍLOGO
Las
paredes de la caverna de fuego estaban cubiertas de sombras danzarinas que se
estiraban y encogían con el movimiento de las llamas del lago ardiente. En
medio de ellas, Ígneo se desperezó, extendiendo las alas y agitando la cola.
—Veo
que habéis cumplido vuestra promesa y habéis regresado —dijo el enorme dragón
inclinándose hacia los humanos.
—Por
supuesto que hemos regresado —protestó Artus fingiéndose ofendido.
—¿Quién
es vuestro amigo? —Señaló Ígneo a Lior que le miraba un poco nervioso.
—Se
llama Lior y nos ha ayudado a solucionar nuestro problema —respondió Artus.
—Sé
bienvenido, entonces —le dijo el dragón y Lior se inclinó respetuosamente—.
¿Dónde está el Oryx Negro?
—Ya
no es exactamente negro —susurró Nyx mostrándoselo.
Ígneo
se quedó con la boca abierta, incapaz de pronunciar palabra, durante un
momento. Luego, soltó una carcajada que resonó por toda la cueva y fue devuelta
por miles de ecos.
—Jamás
pensé que el Oryx volvería a ser de ópalo. —Miró fijamente a Nyx—. Has
conseguido devolverle su pureza al desear algo desinteresado, sin egoísmo ni
maldad.
—¿Sabías
que sucedería esto? —le preguntó Artus.
—No
soy ningún adivino, amigo mío. Pero ya te dije que sólo la inocencia evitaría
la tentación.
El
dragón cogió la pequeña figura de antílope y la colocó en su lugar, después
sonrió a los tres amigos.
—No
os permitiré salir de aquí si no me contáis una buena historia —les advirtió y
Lior y Artus le contaron todo lo que había sucedido en el templo de la Reina de
los Seis Brazos.
Cuando
terminaron, se despidieron de Ígneo y emprendieron el camino de regreso a casa.
—Ígneo
tenía razón. Si yo hubiera llevado el Oryx, quizá hubiese deseado acabar con
toda esa maldita secta y eso habría corrompido aún más al Oryx —dijo Artus de
pronto.
—Es
verdad, yo habría hecho lo mismo —confirmó Lior—. Pero ahora, olvidémonos de
todo eso y vamos a pensar en divertirnos un poco.
—¿Qué
propones? —Sonrió su amigo.
—Podemos
viajar en el Calderón por las islas
del Sur y luego ir hasta mi casa para recoger el drión de Nyx.
—¡Sí!
—exclamó éste encantado.
—Tenías
que recordárselo, ¿verdad? —Le miró Artus con reproche.
—Se
lo he regalado. Además, no quiero tener en mi casa a ese bicho salvaje ni un
minuto más de lo estrictamente necesario.
—¡Vaya
cara! —Rió Artus golpeando en broma a su amigo en el hombro.
—¡Deprisa!
—gritó Nyx entusiasmado—. Estoy deseando volver a ver a mi mascota.
Artus
y Lior le miraron y rieron alegremente, mientras se alejaban con más rapidez
del volcán Detei.
Vayaaa que corto! esta historia se me hace pequeña! tienes que hacer mas capitulos de los hermanos, con otras aventuras!!!
ResponderEliminarOh, Minu, estoy de acuerdo con Sai, tienes que escribir nuevas aventuras de los hermanos. Me ha encantado esta historia, es emocionante, tierna y divertida, además las criaturas que la pueblan son fascinantes.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirla.
Besos
Minu, totalmente de acuerdo con Ana y Sai, me encantas estos hermanos y sus divertidas aventuras y todas esas criaturas con las que se van encontrando mientras recorren su camino. Sería genial que escribieras más aventuras sobre ellos.
ResponderEliminarBesosss