jueves, 8 de agosto de 2013

LA MAGIA DEL ORYX 6

 
 
CAPÍTULO 6
 
 
Un poco antes del amanecer consiguieron salir del bosque y al mediodía, llegaron a un lago de aguas cristalina, donde decidieron acampar hasta el día siguiente, ya que habían pasado la noche anterior en vela, atravesando el bosque encantado.
Nyx se desnudó y se metió en el agua chapoteando.
—¡Venga, gallina! —Se rió de su hermano—. El agua está muy buena. —Y cuando Artus se acercó, le salpicó hasta dejarle completamente empapado.
—¡Ahora verás! —-Se lanzó hacia su hermano y le metió la cabeza bajo el agua.
Cuando Nyx salió a la superficie resoplando y escupiendo agua, Artus se alejó con un par de poderosas brazadas y se burló de Nyx desde lejos. Éste le persiguió, sin lograr alcanzarlo, por todo el lago hasta que agotados los dos, decidieron salir para descansar.
—¿Qué es esto? —Nyx se agachó a recoger un objeto y se lo mostró a su hermano. Artus vio una fina lámina de forma redondeada y de un verde brillante.
—Es una escama de la cola de una sirena —le contestó mientras se tumbaba para secarse al sol.
—¿Crees que en este lago habrá sirenas? —preguntó Nyx ilusionado.
—Seguro que sí —respondió Artus sin abrir los ojos—, pero son muy asustadizas y nunca se dejan ver.
—¿Son muy bellas? —volvió a preguntar el chiquillo mirando ensimismado la brillante escama.
Artus abrió un ojo y sonrió.
—Tienen cara de pájaro.
Nyx no le hizo caso.
—Me gustaría mucho ver una —dijo hablando para sí.
Al caer la noche, Nyx esperó a que su hermano se durmiera y se levantó sigilosamente. Se dirigió hacia la orilla del lago y se escondió detrás de un arbusto dispuesto a ver alguna sirena. Al cabo de un rato escuchó un leve sonido a su espalda y de pronto, un cuerpo se abalanzó sobre él aprisionándolo contra el suelo.
—¡Ah! —gritó asustado, pero enseguida notó unas conocidas manos haciéndole cosquillas.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —le preguntó Artus todavía riendo por el susto que le había dado a su hermano.
—Quería ver una sirena —dijo Nyx retorciéndose para escapar de las manos que continuaban haciéndole cosquillas—. Para, por favor —le suplicó entre risas entrecortadas.
—Te dije que las sirenas nunca se dejan ver. —Siguió Artus con las cosquillas en castigo por no haberle hecho caso—. Tienen un sentido especial que les avisa si hay hombres cerca, así que no saldrán hasta que nos hayamos alejado. ¿Me vas a hacer caso y te vas a dormir de una vez?
—Sí, te lo prometo —jadeó el muchacho agotado de tanto reír.
Nyx dejó atrás con tristeza el lago de las sirenas y continuaron hasta la cordillera Naural. El paso que la atravesaba era estrecho y empinado y los dos hermanos ascendieron lentamente; el cielo estaba muy azul y contra él resaltaban unas oscuras siluetas: la cabeza y las alas eran de una majestuosa águila y el cuerpo poseía las poderosas zarpas de un león.
—Son magníficos —comentó Artus parándose un momento a contemplar a los grifos que giraban una y otra vez en el aire—, espero no tener que matar a ninguno.
—¿Nos atacarán si nos ven? —preguntó Nyx sin dejar de mirar hacia las gráciles figuras.
—Eso depende. Normalmente no atacan a los humanos, pero si están criando son muy agresivos —respondió el mago prosiguiendo la marcha.
Poco antes de llegar a la cumbre observaron una serie de grutas que servirían probablemente como guaridas a los grifos. Iban a pasar de largo apresuradamente, cuando escucharon un extraño sonido procedente de una grieta más pequeña, por la que no podría pasar ningún grifo y se detuvieron un momento atisbando en el oscuro interior con curiosidad.
Artus oyó un suave zumbido y miró por encima de su hombro, justo para ver cómo uno de los grifos se lanzaba en picado sobre ellos. Empujó a su hermano hacia el interior de la grieta y se apresuró a seguirlo, un momento antes de que las garras del animal se estrellaran contra la abertura de la cavidad.
—Por poco —resopló Artus despatarrado en el suelo, después de su atropellada entrada.
—Levántate, me estás aplastando —dijo una ahogada voz.
—Lo siento. —Se levantó el mago rápidamente.
—Pesas una tonelada —refunfuñó Nyx levantándose a su vez y sacudiéndose el polvo.
Artus se acercó con cuidado a la entrada e inmediatamente, un par de grandes zarpas arañaron la pared, muy cerca de su cara.
—Esperaremos a ver si se cansa y se va —dijo el hechicero retirándose hacia el interior— No quisiera hacerle daño.
—¡Mira, Artus! —exclamó Nyx desde la parte más profunda—. Es una pequeña cría de grifo.
—Claro, él es el que hizo el ruido —dijo dirigiéndose hacia donde estaba su hermano.
—Creo que está herido —continuó hablando Nyx—. ¡Ah! Me ha picado. —Se chupó el dedo herido—. Ya lo tengo.
—Déjame ver la herida —dijo Artus tomándolo en sus brazos—. Debió caerse al intentar volar y al verse solo  se metería aquí. El grifo que nos atacó debe ser uno de sus padres.
El mago rebuscó en su zurrón hasta encontrar un trozo de paño limpio, le curó lo mejor que pudo la pata y se la vendó.
—Es precioso —dijo Nyx acariciándolo—. ¿No podríamos quedárnoslo?
—Claro que no —dijo Artus tajantemente—. Si no se lo devolvemos a su padre, nunca podremos salir de aquí.
—Quizá cuando anochezca se duerma y podamos escapar —sugirió Nyx esperanzado.
—No se alejará de la entrada hasta que tenga a su cría —le explicó a su hermano con paciencia—, además el pequeño será más feliz aquí, libre, volando con su familia.
—Tienes razón —reconoció el muchacho acariciando por última vez al pequeño grifo, antes de que su hermano lo llevara hasta la entrada de la cavidad.
La cría avanzó un poco y lanzó un grito de llamada; inmediatamente, el grifo que vigilaba la grieta descendió, tomó cuidadosamente con el pico a su hijo y se elevó alejándose de allí.
Artus y Nyx salieron con precaución y se alejaron también a toda prisa. El descenso resultó mucho más fácil ya que por ese lado, la cordillera se ondulaba suavemente hasta convertirse en una estrecha llanura, donde se asentaba la ciudad de Iliria.
Al llegar a la ciudad, se dirigieron a un puesto de hierbas, ya que Artus necesitaba reponer sus existencias. El mago estaba regateando con el vendedor cuando se vio interrumpido por un individuo rechoncho.
—Tú eres mago —afirmó señalándole con el dedo—. Tengo un encargo para ti.
—Lo siento, pero no acepto encargos —dijo el mago con cortesía pero sin apenas mirarle.
—Esto es algo importante —insistió.
—Ya te he dicho que no me interesa. —Artus empezó a impacientarse.
—Si no quieres venir tú, deja que me acompañe tu sirviente y así él podrá contarte cuánto te interesa esto —dijo alargando la mano hacia Nyx para sujetarle por el brazo. Artus se interpuso.
—Déjale en paz y lárgate de una vez —dijo perdida ya por completo la paciencia.
—Por favor, es por mi esposa. Te necesita con urgencia —suplicó el individuo cambiando de táctica.
Artus le lanzó una mirada suspicaz pero asintió.
—Está bien, te acompañaremos.
Le siguieron hasta una casa de las afueras de la ciudad y su guía entró delante con paso decidido. De pronto, se volvió con una velocidad inusitada en un hombre de su peso y colocó un objeto en el pecho de Artus.
—Ya eres mío —rió el gordo—. Te he puesto un controlador de voluntad y harás lo que yo te diga.
Artus no dijo nada pero lanzó a su hermano una mirada de advertencia para que no se moviera.
—Quiero que mates al amante de mi esposa —prosiguió, seguro de tener en sus manos al mago—. Después, es posible que te deje marchar.
Artus lanzó una carcajada.
—Sabandija, ¿crees que puede controlarme  alguien tan insignificante como tú? —dijo con una voz tan fría como el hielo. Luego dirigió la mirada hacia la pequeña estrella de plata prendida en su pecho, y ésta estalló en mil pedazos. Avanzó lentamente hacia el dueño de la casa, sonriendo malévolamente y extendiendo las manos, de las que salieron unos negros tentáculos que se enroscaron alrededor del cuello y las extremidades del grueso individuo.
—Ahora vas a recibir el castigo que te mereces. —Volvió a reír con crueldad el mago, mientras los tentáculos alzaron a su víctima del suelo y empezaron a apretar todas las partes de su cuerpo, hasta que al fin, lanzó un grito y se desmayó de terror. Inmediatamente, los tentáculos le soltaron y desaparecieron.
Artus se volvió hacia su hermano sonriendo todavía y éste retrocedió un paso con el espanto pintado en el rostro.
—¿Te he asustado? —le preguntó ampliando más su sonrisa—. Sólo quería asegurarme de que no iba a volver a intentarlo con otro, ni continuar con sus planes de asesinato. —Volvió a reírse mirando a Nyx—. No pensé que tú fueras a creértelo, quizá sea yo el que deba dedicarse a actor.
—Eres idiota —dijo Nyx dando un flojo puñetazo en el duro estómago de su hermano—. Creí que te habías vuelto loco.
—Todavía no lo estoy —dijo Artus seriamente—, pero si continúo intentando enseñarte magia, creo que pronto lo estaré.
—Muy gracioso —refunfuñó Nyx—. ¿Adónde vamos ahora?
—A visitar a un viejo amigo —contestó Artus echando a andar por las estrechas callejuelas de la ciudad.
Por fin, se detuvo frente a una casa alta y estrecha, con un tejado muy inclinado lleno de chimeneas. Artus tuvo que llamar varias veces antes de que  la puerta se abriera y apareciera en el umbral una silueta alta y delgada.
—¡Artus! Qué sorpresa. —Sonrió su amigo—. Hace mucho tiempo que no te veía.
—¿Cómo has estado, Lior? —Sonrió Artus a su vez abrazándole.
—No he estado mal… pero pasa adentro —Miró a Nyx que había permanecido callado detrás de su hermano—. ¿Me has traído un ratoncillo para que pruebe mis hechizos con él?
—Es mi hermano Nyx —le presentó su amigo.
—Mucho gusto —dijo éste educadamente.
—El gusto es mío —respondió Lior inclinando la cabeza con guasa—. Será mejor que entremos.
Les hizo pasar a una sala llena de artefactos e instrumentos raros. Nyx le miró mientras hablaba con Artus; era muy rubio y tenía los ojos tan azules como dos lagos. Lior y su hermano parecían conocerse desde hacía mucho tiempo y charlaban animadamente, contándose lo que habían hecho durante su separación.
Nyx empezó a pasearse admirando la infinidad de objetos extraños que poblaban la habitación. <<Artus no tiene nada parecido a esto, sólo libros y más libros>>, pensaba mientras miraba detenidamente cada uno de los artefactos intentando adivinar su utilidad. De pronto, atrajo su atención una gran jaula que colgaba de un rincón a la altura de su cabeza. Dentro, enroscado sobre sí mismo, había lo que parecía ser un dragón en miniatura.
—No acerques la mano o te morderá —le advirtió Lior.
—¿Qué es? —preguntó Nyx sin dejar de mirarlo.
—Es un drión. Intenté adiestrarlo pero no he podido —dijo Lior con una sonrisa torcida—. Si te gusta, te lo regalo.
—¿De veras? —exclamó el muchacho entusiasmado.
—Pero no podemos llevarlo con nosotros —protestó Artus lanzando a su amigo una mirada enojada.
Nyx le miró desilusionado, pero Lior levantó una mano para apaciguar a Artus.
—No tenéis que llevároslo ahora, podéis volver a recogerlo más adelante —repuso sonriendo a Nyx.
El muchacho miró a su hermano ansioso.
—Está bien —aceptó Artus reticente, mirando a Lior con rencor—. Gracias, querido amigo —gruñó.
—Sí, muchas gracias, Lior —dijo efusivamente Nyx.
—No tenéis que agradecérmelo. Estoy encantado de complacer a mis amigos —respondió el rubio mago aliviado de poder librarse del salvaje drión.
Mientras Nyx contemplaba entusiasmado a  su nueva mascota, Artus le contó a su amigo el motivo de su viaje.
—Ya tengo tres esferas y cuando consiga las otras dos, podré entrar en la Biblioteca de Zarauz y averiguar dónde está escondido el maldito Oryx Negro —terminó de explicarle.
—Así que tienes que ir al templete del mar Surimi —dijo Lior pensativo—. Aún tengo mi pequeño barco, El Calderón, ¿recuerdas? Os acompañaré y será como en los viejos tiempos.
—Es estupendo que volvamos a estar juntos. —Sonrió Artus con afecto a su amigo.
—Entonces estamos de acuerdo. Os quedaréis aquí esta noche y mañana saldremos temprano.
 

8 comentarios:

  1. Hola, Minu. Uff!! Qué espeluznante la escena de los tentáculos!!! Pensé por un momento que Artus había sido poseído o algo así, no parecía el mismo que hacía cosquillas a su hermano pequeño la noche anterior, aunque creo que su método de persuasión va a ser 100% efectivo, jejeje
    Va a ser interesante conocer a un viejo amigo de Artus, seguro que tiene cosas interesantes que contar de él ;p
    Muy buen capi, gracias por compartirlo.
    Besos

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    1. Jajaja, bueno, tenía que ser convincente para darle un buen susto. Besoss.

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  2. AJjajaja Tentaculossssssss *-*
    cada vez me gusta mas!
    Me hubiese gustado que viesen a las sierenas, me pasa algo con ellas.
    Qué es un Drion? =O
    Muchas gracias minu por escribir esto, me encanta!

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    1. Jajaja, ya sabía que te iba a gustar lo de los tentáculos. Un drión es un dragón pero en miniatura. Me lo he inventado en realidad, jajaja.

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  3. Hola Minu, ya lo lei, jajaja.
    Me ha gustado mucho el capítulo, aunque cuando vi lo de los tentaculos me quedé un poco pillada, dije ¿pues no es un mago bueno? jajajajja. Aunque como dice Ana un metedo 100% efectivo, eso segurisimo.
    Deseando conococer algo más sobre este viejo amigo, y conseguira Nyx amaestras al Drion?? jajajja. Yo creo que Artus se le paso un momento por la mente matar a su amigo, por hacer dicha oferta, jijiji.
    Bueno esperando el próximo, para poder saber más de estos encantadores hermanos.
    Besosss

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    1. Hola, Ross, pues es verdad que no le ha hecho mucha gracia a Artus lo del drión, pero bueno, después de que no le dejó a Nyx, quedarse con la cría de grifo tenía que compensarle con algo. Besoss.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Hola, Billy: Puse lo de que las sirenas tenían cara de pájaro, porque en las representaciones más antiguas, eran un híbrido de mujer y pájaro. Aunque, en realidad, tenían cara de mujer y cuerpo de pájaro, pero bueno, eso fue una licencia literaria, jajaja.
    Y me has recordado el video de la sirena de Saito, así que pronto voy a poner algo sobre eso en el Callejón. Besoss.

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