miércoles, 3 de julio de 2013

LA MAGIA DEL ORYX 1

 
CAPÍTULO 1
 

- ¡Has vuelto a hacerlo, Nyx! –exclamó Artus mostrando en su rostro la resignada paciencia que era habitual cuando intentaba enseñar algo de magia a su hermano menor-. Esta túnica era una de las más nuevas que me quedaban.
Extendió los brazos para que el muchacho viera el estropicio que había ocasionado con su hechizo fallido. Nyx le miró intentando reprimir las carcajadas.
- Lo siento –intentó parecer contrito pero el brillo burlón de sus ojos castaños le desmentía-, ha sido una pequeña distracción.
- Nyx, eres un zoquete –replicó su hermano-. Siempre estás en las nubes y no me prestas atención.
- ¿Qué quieres que haga? Yo no tengo las dotes para la magia de mi hermano: el grande, el magnífico mago Artus. - No te burles de mí si no quieres que te convierta en un sapo –sonrió Artus con un brillo malicioso en sus ojos verdes- Inténtalo de nuevo – le dijo, pero apartándose primero, a buena distancia.
Nyx lanzó el hechizo y, de nuevo, una bola de barro explotó en el aire.
- Has vuelto a pronunciarlo mal –dijo Artus con voz neutra.
- Es que es endiabladamente difícil de pronunciar –protestó Nyx arrugando el ceño, aunque al momento volvió a sonreír- ¿Nos vamos a comer? Estoy muerto de hambre.
- ¡Oh, está bien! No sé porqué me molesto en enseñarte magia –suspiró Artus.
- Yo tampoco. Con un mago en la familia es más que suficiente –le contestó alegremente su hermano mientras corría hacia la casa.
Ésta estaba construida con grandes bloques de piedra y tenía las contraventanas y el porche pintados de verde que se confundía con el de las enredaderas y rosales que trepaban por los muros. A su alrededor crecían nogales, castaños y hayas que en el caluroso verano proporcionaban una acogedora sombra y, un poco más allá, serpenteaba un arroyo de aguas cantarinas.
Nyx enseguida se acomodó en la mesa y se puso a comer con voracidad el guiso de ciervo que Artus había preparado antes de darle su lección diaria de magia.
- Esta tarde iremos a recoger plantas para las pociones mágicas –dijo Artus.
- ¡Menos mal! Eso es mucho más divertido que repetir interminables listas de palabras impronunciables –respondió su hermano con alivio.
- Estoy convencido de que nunca serás un hombre de provecho –dijo el mago moviendo resignadamente la cabeza cubierta de un brillante pelo negro.
Más tarde, en el bosque, Artus intentó explicarle las propiedades de las plantas sin que su hermano le hiciera demasiado caso como ocurría siempre.
- ¿Son grosellas negras? –le preguntó Nyx enseñándole unos pequeños frutos negros.
- Sí –le respondió su hermano sin prestarle apenas atención, entretenido en recoger unas hierbas que eran difíciles de hallar.
- Estas plantas son especialmente indicadas para preparar pócimas de transformación.
- ¡Están buenísimas!
- ¿Cómo? –levantó los ojos distraído Artus-. ¿Quieres dejar de pensar con el estómago un momento y escucharme?
- Está bien, continúa –le contestó su hermano con la boca llena de grosellas y se acercó a otra mata de negros frutos.
- ¡No! –exclamó de repente Artus apartándole el fruto que Nyx se disponía a comer- Eso no es una grosella.
- ¿Es venenoso? ¿Podría haberme muerto? –preguntó Nyx abriendo los ojos asustado.
El mago le miró de reojo y sonrió malignamente.
- No, sólo habrías tenido la tripa floja por lo menos una semana.
- ¡Oh! –fue lo único que dijo Nyx.
- Te das cuenta de la importancia de las cosas que intento meterte en esa dura cabezota –le dijo Artus sonriendo de oreja a oreja-. Espero que ahora me harás más caso.
- Yo siempre hago caso de los sabios consejos del insigne Artus –le sonrió su hermano dedicándole una florida reverencia.
Artus hizo una mueca de resignación y se disponía a contestar cuando un sonido lo alertó. Entre el follaje vieron aparecer la inconfundible figura de una mantícora.
- ¡Detrás de mí! –le instó.
Nyx sintió que se le helaba la sangre en las venas ya que, aunque confiaba ciegamente en su hermano, sabía que la mantícora era un ser mágico muy difícil de matar. Tenía cuerpo de león y su cola terminaba en una bola espinosa, pero su cara era extrañamente humana.
La mantícora abrió la boca y dirigió su fuego mágico hacia los dos hermanos, pero Artus contrarrestó el ataque formando un escudo protector y lanzó a su vez un ataque de dagas de luz.
La criatura giró a la derecha y el mago se movió ágilmente para continuar protegiendo a su hermano con su escudo mágico.
Entonces, la mantícora volvió a lanzar su fuego mágico y el escudo de Artus empezó a debilitarse. El monstruo avanzó hacia ellos seguro de su triunfo, pero, de pronto, retrocedió aullando de dolor bajo el impacto del rayo que le lanzó Artus. El joven mago miró brevemente por encima de su hombro, para asegurarse de que su hermano continuaba protegido detrás de su cuerpo, y desactivó el escudo protector para acumular todo su poder en una potente ráfaga de magia que lanzó contra la criatura haciéndola huir lanzando aullidos de rabia.
Artus suspiró dejando caer los brazos aliviado.
- ¿Estás bien? –preguntó a su hermano revolviéndole el cabello castaño rojizo.
Éste asintió todavía asustado y el mago le miró con media sonrisa.
- Dices que la magia no te interesa, pero ¿qué hubiera ocurrido si hubieses estado solo?
- Hubiera corrido como una liebre.
- ¿Y si no hubieras tenido tiempo de huir?
- Hubiera muerto heroicamente luchando con el monstruo –contestó su hermano impasible.
- Ya veo que es imposible razonar contigo –dijo Artus mirándole todo lo severamente que era capaz tratándose de su hermano.
- Lo siento, tienes razón – le contestó Nyx arrepentido-. La verdad es que he pasado mucho miedo.
Artus le miró de reojo y sonrió irónicamente.
- ¿Es que no confías en el gran Artus?
- ¡Claro que sí! Sólo temía, a cada instante, que tropezaras con el borde de tu túnica y lo estropearas todo.
- ¿Ése es el respeto que sientes hacia tu hermano mayor? –le preguntó Artus con un brillo peligroso en los ojos-. Recibirás el castigo que te mereces.
Se abalanzó sobre su hermano y empezó a hacerle cosquillas por todo el cuerpo.
- ¡Basta! –gritó Nyx entre carcajadas y retorcimientos-. Sabes que no soporto las cosquillas.
Esa noche, Artus estaba trabajando en su laboratorio en un experimento cuando su hermano entró apresuradamente haciendo que casi se le cayera la poción que estaba preparando.
- Te he dicho mil veces que no entres así en el laboratorio –le reprendió sin mirarle, ocupado en no derramar nada de la pócima.
- Lo siento –se disculpó-, pero hay un hombre en la puerta que pregunta por ti.
- ¿Quién es? Ahora estoy muy ocupado. Dile que venga más tarde.
- Es que es muy raro –dijo Nyx vacilante-. No creo que me haga caso. Es mejor que vengas tú –dijo tirando de su manga.
- ¡Oh, está bien! –refunfuñó Artus dejando la redoma con cuidado.
En la entrada le esperaba un hombre muy alto, cubierto con una túnica hasta los pies y con la cabeza completamente tapada por una capucha.
- ¿Quién eres? –le preguntó Artus intentando escrutar su cara en la oscuridad de la capucha.
- Eso no importa –respondió una voz cavernosa-. Tienes que cumplir una misión.
- Yo no trabajo para nadie –replicó el joven mago tajantemente- Hago sólo lo que me interesa.
- Entonces esto te tendrá que interesar –dijo la espectral figura moviendo la cabeza para mirar a Nyx. Luego volvió a mirar a Artus-. Las cosas valiosas son difíciles de proteger-. De nuevo miró al muchacho haciendo patente su amenaza.
- Nyx, ve al laboratorio y vigila mi experimento –ordenó a su hermano sin dejar de mirar al visitante.
Nyx salió de la habitación vacilante pero aliviado de alejarse del siniestro personaje.
- Ahora, dime quién eres –dijo Artus con una dureza en la voz que nunca había oído su hermano.
- Soy de la secta de la Reina de los Seis Brazos y queremos que nos traigas el Oryx Negro –se inclinó hacia delante-. Por muy fuerte que seas, los brazos de la reina son muchos y tarde o temprano cumpliríamos nuestra amenaza –le susurró-. Será mejor que hagas lo que pedimos si quieres seguir viviendo tranquilo.
- Está bien –dijo Artus con los dientes apretados y un brillo acerado en los ojos- Pero si tocáis un solo cabello a mi hermano, os pudriréis todos en el infierno y a vuestra ama la conocerán por la Reina Sin Brazos.
Dio un paso adelante apretando los puños.
- Has cumplido tu encargo, ahora ¡lárgate!
De inmediato la larga figura se disolvió en las sombras. En ese momento apareció Nyx.
- ¿Se ha ido ya? –preguntó mirando a su alrededor-. ¿Qué quería?
Su hermano le miró largamente sin contestar.
- Está bien, ya veo que quieres hacerte el misterioso.
- Prepara tus cosas. Nos marchamos al amanecer.
- ¿Ni siquiera me vas a decir a dónde vamos? –se quejó inquieto Nyx.
- Al monte Sula –respondió su hermano dándose la vuelta para preparar su propio equipaje.
A la mañana siguiente partieron. Nyx miraba de vez en cuando a su hermano que mostraba el semblante más serio que le hubiera visto jamás, lo cual le inquietaba profundamente.
- En el hechizo para localizar agua, ¿sinx va antes de lifik o al revés? –preguntó Nyx intentando arrancar a su hermano de su ensimismamiento.
Artus le miró sorprendido y luego se rió.
- ¿Desde cuándo tienes tanto interés en tus lecciones de magia?
- Bueno... –empezó Nyx.
- No importa – le interrumpió su hermano y a continuación empezó a disertar sobre la pronunciación y el orden correcto de las palabras.
A pesar de ser un tema harto aburrido para Nyx, se alegró porque poco a poco, el mago fue recuperando su buen humor habitual.
Cuando empezó a anochecer, Artus se dio cuenta de que su hermano estaba cansado.
- ¿Qué te parece si acampamos aquí? –propuso.
- ¡Estupendo! –contestó de inmediato Nyx aliviado-. Ya estaba muerto de hambre.
- Como siempre. – Sus blancos dientes brillaron en la oscuridad al sonreír-. Vamos a buscar leña.
Cuando hubieron apilado la leña a Nyx se le iluminó el rostro.
- ¡Creo que me acuerdo del hechizo para encender fuego! –exclamó alegremente-. Fulgen om stal flamubus.
- ¡Espera! –gritó su hermano demasiado tarde.
Cuando Nyx abrió los ojos vio el tiznado rostro del mago mirándole con el ceño fruncido y la leña convertida en ceniza a sus pies.
- ¿He pronunciado algo mal? –preguntó con un hilo de voz.
- Has pronunciado algo mal –confirmó su hermano-. Es raro, ¿no? –le miró arqueando las cejas.
- Voy a buscar más leña –le dijo Nyx escabulléndose a toda prisa mientras Artus le miraba moviendo la cabeza y sonriendo en la oscuridad.


10 comentarios:

  1. Halaaa! Que divertido! Me he enamoado de estos hermanos!! Me gusta es como medievalo y tiene magia! Aventuaaa!! Tienes que continuarlo, por favor Minuu!!

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    1. Hola, Saito. No te preocupes, si esta historia la tengo terminada en papel, sólo tengo que pasarla al ordenador. Besoss.

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  2. Hola, Minu. Me encantan las historias con magia y esta ha empezado de manera muuuuy interesante. Espero que continúes con ella.
    Besos

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    1. Hola, Ana. Sí, la tenía ya escrita entera en papel, pero me la dejé en Madrid y cuando estuve allí la traje y ahora la iré pasando al ordenador. Besoss.

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  3. Hola Minu esperare con ansias el siguente capitulo me encanta las historias de fantasia y magia

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    1. Hola, Ono. Me alegra mucho de que te guste y no te preocupes, que la voy a actualizar muy pronto. Besoss.

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  4. Hola minu. Espero que lo continues, me ha gustado lo que he leido,y creo que Nyx todavía seguira armandolas con los echizos, jajajajaj.
    Besosss

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    1. Hola, Ross, pues no te preocupes que claro que la voy a continuar porque ya la tengo terminada, jajaja. Besoss.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Hola, Billy, me alegro mucho de que te haya gustado el primer capítulo y espero que los demás, también te gusten tanto. Enseguida pondré el siguiente. Besoss.

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