domingo, 7 de julio de 2013

LA MAGIA DEL ORYX 3



CAPÍTULO 3


Al despuntar el día salieron del bosque y se detuvieron a tomar un poco de queso, carne salada y un par de manzanas.

—Ya falta poco para el lago Lasame —comentó Artus tragando el último pedazo de manzana que le quedaba—. Si apresuramos el paso, podemos estar allí  a media tarde.

Efectivamente, llegaron a la orilla del lago cuando apenas comenzaban a declinar los rayos del sol. El lago era bastante grande y sus aguas, de color verde claro, brillaban reflejando la luz del sol. En el centro, había una pequeña isla en la que apenas se distinguían los árboles, de hojas color ciruela, que la cubrían.

—¿Cómo vamos a llegar hasta la isla? —miró Nyx a su hermano levantando una ceja como si éste hubiera olvidado tan obvio detalle.

Artus se estiró todo lo alto que era y puso cara de alguien que estuviera explicando la cosa más sencilla a una persona bastante lerda.

—Pues mediante a uno de mis más increíbles hechizos —presumió el mago.

—¿Vas a teletransportanos hasta allí? —preguntó su hermano con los ojos brillantes.

—No exageres, pequeño —le miró algo abatido—. La teletransportación es un hechizo muy complicado. Consume demasiado poder y además tengo que saber exactamente dónde materializarme.

—Oh, sí, claro —repuso Nyx aparentando seriedad—. Entonces, quizá ¿nos harás volar por encima de las aguas como los pájaros?

—Simplemente crearé un colchón de aire sobre la superficie del lago —refunfuñó su hermano.

—Bueno, eso parece divertido —rió Nyx desistiendo de seguir pinchando al mago.

El hechizo les permitía caminar sobre las aguas deslizándose como si fuera hielo. Enseguida, Nyx se entusiasmó con la experiencia y avanzaba dando saltos y cabriolas.

—No te alejes demasiado o te darás un chapuzón —le advirtió su hermano con una sonrisa burlona.

—Es más divertido de lo que pensaba —le respondió el muchacho riendo de placer—. Mucho mejor que la teletransportación.

Se volvió a mirar al mago, con el cabello rojizo revuelto por la brisa y una expresión de travieso regocijo en el rostro.

—Te echo una carrera.

—Está bien —rió Artus con una expresión muy parecida a la de su hermano—, pero te advierto que si te adelantas demasiado, el hechizo se desvanecerá.

—Eso lo dices porque temes que te deje demasiado atrás —se burló Nyx empezando a deslizarse con rapidez.

—Ríe mientras puedas, pequeñajo —replicó Artus avanzando rápidamente con sus largas zancadas.

En un momento alcanzó a su hermano y le sobrepasó, aunque cuidando de no separarse demasiado. Cuando ya habían recorrido algo más de la mitad del trayecto hasta la isla, las aguas se agitaron violentamente. Los dos hermanos salieron despedidos y cayeron al agua con un fuerte chapoteo, mientras del fondo del lago empezó a emerger una criatura gigantesca. Una docena de tentáculos terminados en cabezas de serpiente salieron a la superficie frente a los hermanos.

—Nada hacia la orilla —gritó Artus a Nyx lanzando un rayo hacia la hidra para atraer su atención sobre él.

—Pero ¿y tú? —le miró Nyx preocupado.

—¡Obedece! —le ordenó con una voz tan dura que su hermano tuvo que hacerle caso.

Artus siguió lanzando rayos y esquivando las veloces cabezas hasta que su hermano menor llegó a la orilla de la isla. Luego, se sumergió en el lago y atacó el cuerpo desprotegido de la criatura que al sentir el dolor lacerante, replegó las cabezas en torno al cuerpo, lo cual aprovechó Artus para crear un manto de oscuridad que le permitió llegar, también a él, hasta la isla.

Nyx le esperaba ansioso junto a la orilla y le dio la mano para ayudarle a salir del agua.

—Qué susto he pasado cuando has desaparecido debajo del agua —le miró todavía tembloroso—. ¿No estás herido?

—No tengo ni un rasguño —le aseguró Artus—. Me sumergí para atacarle por su parte más vulnerable.

Al ver el aspecto acongojado de su hermano, le pasó un brazo por los hombros y le revolvió el pelo con afecto.

—No tienes que preocuparte tanto por mí —le dijo sonriente—. ¿Acaso no soy el mago más poderoso que conoces?

—Sólo te conozco a ti —se rió por fin Nyx—. Y ya tengo bastante.

—Vamos al templete antes de que digas algo de lo que te tengas que arrepentir —rezongó el mago fingiéndose ofendido.

El templete era de malaquita y estaba justo en el centro de la isla, rodeado por esbeltos árboles de hojas granas. Como la vez anterior, Artus entró solo y después de un breve resplandor verdoso, salió con la esfera de malaquita en la mano.

El trayecto desde la isla hasta la otra orilla del lago, transcurrió sin incidentes y se dirigieron a un bosquecillo de robles para pasar la noche.

Artus intentó explicarle, una vez más, cómo se pronunciaba el hechizo para crear fuego pero Nyx se escabulló con el pretexto de recoger leña para la hoguera.

Se había adentrado sólo un poco en el bosque, cuando le sobresaltó un grito agudo.

—¡Alto! Entrégame tu oro.

Nyx se volvió y vio a un hombrecillo de algo menos de medio metro. Tenía la piel de color verde oliva, la nariz respingona y las orejas puntiagudas. El pelo aparecía cubierto de hojas y llevaba un ridículo sombrero con una ramita de roble, en la que brillaba una diminuta bellota.

—¿Se puede saber quién eres tú? —preguntó Nyx inclinándose para verlo mejor.

—Soy Tirimil —respondió orgulloso el gnomo como si se tratara de un personaje famoso—, y si  no me das todo tu oro, te convertiré en un saltamontes.

—¿Y por qué ibas a hacer eso, si yo no te he hecho ningún daño? —preguntó Nyx sonriendo.

—Pues porque no me quieres dar tu oro.

—Pero si yo no tengo oro —se rió el muchacho—. ¿Acaso crees que soy un príncipe?

—Si no tienes oro, dame entonces otra cosa —insistió el gnomo.

—No pienso darte nada. Yo soy un mago y si no me dejas en paz te convertiré en sapo.

—¿Tú, un mago? ¡Ja! —se burló Tirimil.

—No me crees, ¿eh? —dijo Nyx dejando en el suelo la leña que llevaba bajo el brazo—. Te lo demostraré con un hechizo.

Pronunció las palabras del encantamiento que mejor se sabía y, como siempre, una bola de barro explotó en el aire salpicando a ambos.

—Menudo hechizo —gruñó el gnomo con el ceño fruncido—. Mira cómo me has puesto.

—Lo siento —se disculpó Nyx—. Estaba seguro de que esta vez lo pronunciaría bien.

—Tienes que darme algo a cambio de mis ropas estropeadas —exigió Tirimil.

—Pero no tengo nada que darte —le aseguró el chico.

—Vamos a ver —le miró de arriba a abajo—. Tus botas me estarán grandes y tus ropas también. ¡Ya sé lo que quiero! —se dirigió decidido hacia él.

—Agáchate.

Nyx obedeció y el gnomo le cortó un pequeño mechón de cabello con una minúscula daga de plata. A continuación sacó una pequeña flauta de cristal y se la ofreció al muchacho.

—Toma esto a cambio de tu regalo —dijo mientras se alejaba, dejando a Nyx atónito.

Al llegar al campamento, le contó a su hermano lo que le había pasado.

—¿Para qué querría un mechón de mis cabellos? —se preguntó Nyx extrañado.

—Para hacerse una escoba, tal vez  —se rió Artus tirándole cariñosamente del pelo—. Y ahora que estás aquí, prosigamos con tus lecciones de magia.

 

8 comentarios:

  1. Hola, Minu. No sé yo si el gnomo es de fiar, eso de que le cortara un mechón de pelo a Nyx suena raro.
    Reafirmo lo dicho en el capi anterior, Nyx es un cachorrito lindísimo, jeje
    Gracias por el capi.
    Besos

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    1. Hola, Ana. Pues en el próximo capítulo sabrás algo más del regalo del gnomo. Besoss.

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  2. Hala algo va a pasar con ese mechon de cabello! ALgo malo y oscuro!!

    Me gustó eso de caminar sobre el agua, me recuerda a la pelicula de Merlin... aw me esta gustando muchisimo!!

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    1. Hola, Saito. No sé por qué sospecháis de las intenciones del pobre gnomo, jajaja. Besoss.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Hola, Billy. Pues habrá más tentáculos, jajaja, espero que Saito quede satisfecho. Y mientras lo pasaba al ordenador también me recordó lo de los saltamontes a su blog, jajaajaj.
    Lo de la flauta lo sabrás en el siguiente capítulo y me encanta que digas que esta historia te transporta a la niñez porque cuando la escribí estaba pensada como novela juvenil, y si al igual que Harry Potter, también gusta a los mayores, pues mejor aún. Besoss.

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  5. Hola minu, ya llegue a este, jajajja.
    Muy bueno el capí. Como vemos Nyx sigue sin poder realizar un hechizo sin que le estalle en las manos, jijiji. ¿Para qué quería el gnomo el mechon de pelo? Y la flauta de cristal, les servira para algo?? esto me ha dejado al igual que a Billy intrigada.
    Bueno muchas gracias por compartir y espero no perderme el próximo y llegar mas a tiempo, jejeje.
    Besosss

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  6. Hola, Ross. Pues enseguida puedes enterarte para qué sirve la flauta porque es algo que verás en el siguiente capítulo que voy a poner ahora mismo. Besoss.

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