CAPÍTULO 3
Al despuntar
el día salieron del bosque y se detuvieron a tomar un poco de queso, carne
salada y un par de manzanas.
—Ya falta
poco para el lago Lasame —comentó Artus tragando el último pedazo de manzana
que le quedaba—. Si apresuramos el paso, podemos estar allí a media tarde.
Efectivamente,
llegaron a la orilla del lago cuando apenas comenzaban a declinar los rayos del
sol. El lago era bastante grande y sus aguas, de color verde claro, brillaban
reflejando la luz del sol. En el centro, había una pequeña isla en la que
apenas se distinguían los árboles, de hojas color ciruela, que la cubrían.
—¿Cómo vamos
a llegar hasta la isla? —miró Nyx a su hermano levantando una ceja como si éste
hubiera olvidado tan obvio detalle.
Artus se
estiró todo lo alto que era y puso cara de alguien que estuviera explicando la
cosa más sencilla a una persona bastante lerda.
—Pues mediante
a uno de mis más increíbles hechizos —presumió el mago.
—¿Vas a
teletransportanos hasta allí? —preguntó su hermano con los ojos brillantes.
—No exageres,
pequeño —le miró algo abatido—. La teletransportación es un hechizo muy
complicado. Consume demasiado poder y además tengo que saber exactamente dónde
materializarme.
—Oh, sí,
claro —repuso Nyx aparentando seriedad—. Entonces, quizá ¿nos harás volar por
encima de las aguas como los pájaros?
—Simplemente
crearé un colchón de aire sobre la superficie del lago —refunfuñó su hermano.
—Bueno, eso
parece divertido —rió Nyx desistiendo de seguir pinchando al mago.
El hechizo
les permitía caminar sobre las aguas deslizándose como si fuera hielo.
Enseguida, Nyx se entusiasmó con la experiencia y avanzaba dando saltos y
cabriolas.
—No te alejes
demasiado o te darás un chapuzón —le advirtió su hermano con una sonrisa burlona.
—Es más
divertido de lo que pensaba —le respondió el muchacho riendo de placer—. Mucho
mejor que la teletransportación.
Se volvió a
mirar al mago, con el cabello rojizo revuelto por la brisa y una expresión de
travieso regocijo en el rostro.
—Te echo una
carrera.
—Está bien
—rió Artus con una expresión muy parecida a la de su hermano—, pero te advierto
que si te adelantas demasiado, el hechizo se desvanecerá.
—Eso lo dices
porque temes que te deje demasiado atrás —se burló Nyx empezando a deslizarse
con rapidez.
—Ríe mientras
puedas, pequeñajo —replicó Artus avanzando rápidamente con sus largas zancadas.
En un momento
alcanzó a su hermano y le sobrepasó, aunque cuidando de no separarse demasiado.
Cuando ya habían recorrido algo más de la mitad del trayecto hasta la isla, las
aguas se agitaron violentamente. Los dos hermanos salieron despedidos y cayeron
al agua con un fuerte chapoteo, mientras del fondo del lago empezó a emerger
una criatura gigantesca. Una docena de tentáculos terminados en cabezas de
serpiente salieron a la superficie frente a los hermanos.
—Nada hacia
la orilla —gritó Artus a Nyx lanzando un rayo hacia la hidra para atraer su
atención sobre él.
—Pero ¿y tú?
—le miró Nyx preocupado.
—¡Obedece!
—le ordenó con una voz tan dura que su hermano tuvo que hacerle caso.
Artus siguió
lanzando rayos y esquivando las veloces cabezas hasta que su hermano menor
llegó a la orilla de la isla. Luego, se sumergió en el lago y atacó el cuerpo
desprotegido de la criatura que al sentir el dolor lacerante, replegó las
cabezas en torno al cuerpo, lo cual aprovechó Artus para crear un manto de
oscuridad que le permitió llegar, también a él, hasta la isla.
Nyx le
esperaba ansioso junto a la orilla y le dio la mano para ayudarle a salir del
agua.
—Qué susto he
pasado cuando has desaparecido debajo del agua —le miró todavía tembloroso—.
¿No estás herido?
—No tengo ni
un rasguño —le aseguró Artus—. Me sumergí para atacarle por su parte más
vulnerable.
Al ver el
aspecto acongojado de su hermano, le pasó un brazo por los hombros y le
revolvió el pelo con afecto.
—No tienes
que preocuparte tanto por mí —le dijo sonriente—. ¿Acaso no soy el mago más
poderoso que conoces?
—Sólo te
conozco a ti —se rió por fin Nyx—. Y ya tengo bastante.
—Vamos al
templete antes de que digas algo de lo que te tengas que arrepentir —rezongó el
mago fingiéndose ofendido.
El templete
era de malaquita y estaba justo en el centro de la isla, rodeado por esbeltos
árboles de hojas granas. Como la vez anterior, Artus entró solo y después de un
breve resplandor verdoso, salió con la esfera de malaquita en la mano.
El trayecto
desde la isla hasta la otra orilla del lago, transcurrió sin incidentes y se
dirigieron a un bosquecillo de robles para pasar la noche.
Artus intentó
explicarle, una vez más, cómo se pronunciaba el hechizo para crear fuego pero
Nyx se escabulló con el pretexto de recoger leña para la hoguera.
Se había
adentrado sólo un poco en el bosque, cuando le sobresaltó un grito agudo.
—¡Alto!
Entrégame tu oro.
Nyx se volvió
y vio a un hombrecillo de algo menos de medio metro. Tenía la piel de color
verde oliva, la nariz respingona y las orejas puntiagudas. El pelo aparecía
cubierto de hojas y llevaba un ridículo sombrero con una ramita de roble, en la
que brillaba una diminuta bellota.
—¿Se puede
saber quién eres tú? —preguntó Nyx inclinándose para verlo mejor.
—Soy Tirimil
—respondió orgulloso el gnomo como si se tratara de un personaje famoso—, y
si no me das todo tu oro, te convertiré
en un saltamontes.
—¿Y por qué
ibas a hacer eso, si yo no te he hecho ningún daño? —preguntó Nyx sonriendo.
—Pues porque
no me quieres dar tu oro.
—Pero si yo
no tengo oro —se rió el muchacho—. ¿Acaso crees que soy un príncipe?
—Si no tienes
oro, dame entonces otra cosa —insistió el gnomo.
—No pienso
darte nada. Yo soy un mago y si no me dejas en paz te convertiré en sapo.
—¿Tú, un
mago? ¡Ja! —se burló Tirimil.
—No me crees,
¿eh? —dijo Nyx dejando en el suelo la leña que llevaba bajo el brazo—. Te lo
demostraré con un hechizo.
Pronunció las
palabras del encantamiento que mejor se sabía y, como siempre, una bola de
barro explotó en el aire salpicando a ambos.
—Menudo
hechizo —gruñó el gnomo con el ceño fruncido—. Mira cómo me has puesto.
—Lo siento
—se disculpó Nyx—. Estaba seguro de que esta vez lo pronunciaría bien.
—Tienes que
darme algo a cambio de mis ropas estropeadas —exigió Tirimil.
—Pero no
tengo nada que darte —le aseguró el chico.
—Vamos a ver
—le miró de arriba a abajo—. Tus botas me estarán grandes y tus ropas también. ¡Ya
sé lo que quiero! —se dirigió decidido hacia él.
—Agáchate.
Nyx obedeció
y el gnomo le cortó un pequeño mechón de cabello con una minúscula daga de
plata. A continuación sacó una pequeña flauta de cristal y se la ofreció al
muchacho.
—Toma esto a
cambio de tu regalo —dijo mientras se alejaba, dejando a Nyx atónito.
Al llegar al
campamento, le contó a su hermano lo que le había pasado.
—¿Para qué
querría un mechón de mis cabellos? —se preguntó Nyx extrañado.
—Para hacerse
una escoba, tal vez —se rió Artus
tirándole cariñosamente del pelo—. Y ahora que estás aquí, prosigamos con tus
lecciones de magia.
Hola, Minu. No sé yo si el gnomo es de fiar, eso de que le cortara un mechón de pelo a Nyx suena raro.
ResponderEliminarReafirmo lo dicho en el capi anterior, Nyx es un cachorrito lindísimo, jeje
Gracias por el capi.
Besos
Hola, Ana. Pues en el próximo capítulo sabrás algo más del regalo del gnomo. Besoss.
EliminarHala algo va a pasar con ese mechon de cabello! ALgo malo y oscuro!!
ResponderEliminarMe gustó eso de caminar sobre el agua, me recuerda a la pelicula de Merlin... aw me esta gustando muchisimo!!
Hola, Saito. No sé por qué sospecháis de las intenciones del pobre gnomo, jajaja. Besoss.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Billy. Pues habrá más tentáculos, jajaja, espero que Saito quede satisfecho. Y mientras lo pasaba al ordenador también me recordó lo de los saltamontes a su blog, jajaajaj.
ResponderEliminarLo de la flauta lo sabrás en el siguiente capítulo y me encanta que digas que esta historia te transporta a la niñez porque cuando la escribí estaba pensada como novela juvenil, y si al igual que Harry Potter, también gusta a los mayores, pues mejor aún. Besoss.
Hola minu, ya llegue a este, jajajja.
ResponderEliminarMuy bueno el capí. Como vemos Nyx sigue sin poder realizar un hechizo sin que le estalle en las manos, jijiji. ¿Para qué quería el gnomo el mechon de pelo? Y la flauta de cristal, les servira para algo?? esto me ha dejado al igual que a Billy intrigada.
Bueno muchas gracias por compartir y espero no perderme el próximo y llegar mas a tiempo, jejeje.
Besosss
Hola, Ross. Pues enseguida puedes enterarte para qué sirve la flauta porque es algo que verás en el siguiente capítulo que voy a poner ahora mismo. Besoss.
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