23 de octubre de
1966
Hoy me ha
sucedido algo extraño y aterrador. Volvía a casa en el autobús y de pronto, he
visto reflejada en el cristal de la ventanilla a una mujer que se dirigía hacia
mí, abriéndose paso entre la gente con una ansiedad desesperada. Me he vuelto
hacia ella asustada, pero había desaparecido.
Más tarde he
vuelto a verla en varias ocasiones. Unas veces, a través del cristal de los
escaparates, otras por el rabillo del ojo, pero jamás he conseguido verla de
frente.
¿Qué me está
pasando? Dios mío, ayúdame. No puedo hablar de esto con nadie, porque si yo
misma creo que me estoy volviendo loca, ¿qué pueden pensar los demás?
24 de octubre de 1966
Esa mujer
siniestra no se ha separado de mí. Vaya a donde vaya, siempre está conmigo y
aunque no la vea, siento su presencia a mi lado. Su calor abrasador humedece mis mejillas y su olor nauseabundo me
envuelve constantemente.
25 de octubre de 1966
Ahora estoy segura de que no he imaginado nada.
Esta mañana, mientras me peinaba, he visto el reflejo de esa mujer junto al mío
en el espejo. He podido observar claramente cada una de las arrugas que
surcaban su rostro, las venitas azules que recorrían sus párpados y la mancha
negruzca de su pómulo derecho. Pero lo que me ha horrorizado ha sido el
profundo odio de su mirada y esa sonrisa que me ha recordado a un lobo
hambriento.
He quitado todos
los espejos pues no soporto volver a verla de nuevo. Sin embargo, no puedo
dejar de pensar en ella. ¿Por qué me ha elegido a mí? ¿Qué es lo que quiere?
10 de noviembre de 1966
He sido incapaz
de volver a escribir hasta ahora. Ha sucedido algo tan espantoso que no creo
poder explicarlo con palabras. Pero debo dejar constancia de lo que ha pasado
aunque las entrañas se me retuercen de angustia.
Hace unos días
volví a mirarme en un espejo y contemplé aterrorizada, cómo la imagen de esa
mujer se fundía con la mía hasta ser sólo una, y sentí que penetraba en mi
cuerpo. Ahora está dentro de mí e intenta apoderarse de mi voluntad.
Continuamente me susurra cosas malvadas y obscenas. Trata de convencerme para
que haga lo que ella quiere, pero eso no va a suceder. Mi espíritu tiene que
prevalecer.
20 de noviembre de 1966
Dios, ¿por qué no
has querido ayudarme? Yo nunca había hecho daño a nadie. Pero ella, esa mujer
oscura, me ha poseído completamente. ¿Cómo ha podido hacerlo? Estaba paseando
por el parque y de pronto ha comenzado a controlar mis brazos y mis piernas,
los movía a su antojo sin que yo pudiera hacer nada por impedirlo. Ha hecho que
me acercara a un niño que jugaba solo haciendo dibujos con una tiza sobre el
camino de pizarra. Mi mano ha cogido una piedra redonda y lisa y, ese demonio
que llevo dentro, ha comenzado a golpear la cabecita del pequeño hasta que la
sangre me ha salpicado la cara, el cuello y las manos. Entonces he recuperado
el control y tirando la piedra, he huido de allí, limpiándome como he podido
con la chaqueta.
A pesar de que
estaba horrorizada por lo que había pasado, pensé que había sido una suerte que
me hubiera puesto ese vestido negro que lograba disimular la sangre. ¿Una
suerte o ha sido ella la que me ha inducido a vestir así?
22 de noviembre de 1966
Ha vuelto a
suceder. Esta noche, me he escondido entre los arbolillos que crecen junto al
portal y cuando ha aparecido esa vecina que siempre me mira con desprecio, me
he abalanzado sobre ella y le he rajado la cara. He sentido la cuchilla
abriéndose paso a través de la carne, arriba y abajo, a lo largo de todo su
rostro, pero sé que no he sido yo porque ni siquiera he notado los golpes que
me daba para desembarazarse de mí. Por fin, he tirado la cuchilla y he
escapado, escondiéndome entre las sombras.
Al llegar a casa,
me han acometido unas nauseas incontenibles y he vomitado hasta que me he
sentido completamente vacía. ¿Por qué Dios permite que me suceda todo esto?
28 de noviembre de 1966
Por fin todo va a
terminar. No puedo dejar que el monstruo que habita dentro de mí vuelva a
actuar. No después de lo que ha sucedido hoy.
He salido a
pasear creyendo que mi espíritu había logrado vencer, pues desde la última vez
que escribí, me he sentido totalmente libre. Sin embargo, sin saber por qué, he
cogido un aguja de tejer y, al acercarme a un anciano que reposaba en un banco,
la he sacado y se la he clavado en el cuello. Y mientras contemplaba fascinada
la sangre deslizándose por su garganta, he comprendido que jamás llegaría a ser
libre. Por eso, he cogido el cuchillo de la cocina y me he abierto el vientre
para obligarla a salir, para que se enfrente a mí cara a cara.
2 de diciembre de 1966
He despertado en
un lugar extraño y por un momento he pensado que había sido un sueño, pero en
seguida me he dado cuenta de que todo era real pues, al moverme, he notado el
tirón de los bordes de la herida de mi vientre. Y también he sentido las
ataduras que me ceñían las muñecas y tobillos.
Algo después ha
venido una enfermera y me ha soltado para que pudiera comer y me ha
proporcionado papel y lápiz para poder continuar mi narración.
5 de diciembre de 1966
Hoy me han
quitado las ligaduras y han dejado de darme calmantes. Por fin, estoy
completamente despierta y me siento feliz porque ha desaparecido todo rastro de
la mujer oscura. Ya soy libre de nuevo.
8 de diciembre de 1966
Ésta es la última
vez que voy a escribir en mi diario. Después de desayunar, he pedido un espejo
para arreglarme un poco el pelo. La enfermera me ha traído un espejo pequeño,
con un desconchón en la parte de arriba, y lo ha colocado en la bandeja donde
me sirve la comida para que pudiera verme bien. Sólo he visto reflejada mi
cara. Un rostro surcado de arrugas, con finas venas azules en torno a los ojos
y con una mancha negruzca en el pómulo derecho.
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ResponderEliminarHola, Billy. Muchas gracias por tus palabras aunque ni siquiera le llego a la suela de los zapatos de esos autores que mencionas, jajaja. Con este relato quería transmitir lo que puede sentir una persona cuando empieza a desarrollar los síntomas de una enfermedad mental como algún tipo de psicosis y al mismo tiempo darle un poco de ambigüedad con su supuesta posesión por otro espíritu. Besoss.
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EliminarHola, como ya dije el terror no es lo mio, pero tu relato me ha gustado. Da miedo, pero no un miedo a monstruos, sangre y visceras, sino un miedo muy real porque nos puede suceder; un buen dia algo hace clic en tu cabeza y adiós a todo. Besos.
ResponderEliminarHola, Astrid. Me alegro de que te haya gustado aunque no te vaya el terror. A mí el terror psicológico es el que más me interesa, aunque reconozco que me gustan mucho las historias de terror en general y también las películas. Besoss.
EliminarMe ha encantado Minu, describe muy bien como va cayendo poco a poco en la locura, es un relato fantastico. Muchas gracias y un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ilnag. Me alegro mucho de que te haya gustado. Besoss.
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